NEBLEO

Genoma humano y animales mitológicos.

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Descubrir el mundo y explicarlo hasta apropiarse de él, construyendo el
sentido de pertenencia a través del signo. Colores, formas, ideas, emociones,
fuesen añadiéndose para ser en su espíritu, significando en razón de su ser, en
virtud de rasgos formales que lo distinguen, sujetando la naturaleza del ser
humano. La función perceptiva aprehende los contenidos del inconsciente y
como función creadora alumbra la dynamis en forma simbólica. Los símbolos
son energías informadas, fuerzas, es decir, ideas determinantes, cuyo valor
espiritual es tan grande como el afectivo.
Contenido y sustancia hablan por sí mismas al coincidir en las
intersecciones del pensar y del sentir, frecuencia e intensidad amalgamándose
entre sí, en el suave eco del latido de un corazón que comprende sin
explicaciones. La sincronización de sonidos se entrelaza con la forma
generando una acústica inaccesible, disociando de esta manera a la mente,
quien fija el límite ante lo que desconoce. Tal experiencia vital que nos hace ser
humanos, se ve reflejado en el espíritu, no acogiendo más forma sonora que la
que le sirve de soporte a una representación identificable para él; si no, lo
rechaza como desconocida y ajena. La representación mental y la imagen
acústica son las dos caras de una misma noción, el nexo que establecen entre
sí sirve para determinarlas. El mito reconoce la esfera de lo humano, completa
en sí misma, pero reconoce al mismo tiempo su limitación y su posibilidad de
trascender. Más el hecho de que las imágenes se hagan conscientes, tiene
valor para la adaptación a la realidad, en cuanto al ocurrir así la relación con el
mundo real en torno queda libre de mezcla fantástica. Este estado al no estar
determinado por los contrastes es accesible a toda determinación,